Quiero terminar un poema y no puedo. Tengo la ansiedad de la última línea, su final y palabra, pero no llega. Hay algo que quiero decirte, algo para rasguñar tu corazón tan marchito y seco. Pero no florecen las frases. Es como si alguien hubiera soplado sobre las letras, deshilado los mensajes, borrado las palabras y en su lugar sólo dejó un presentimiento. El augurio de que algo terrible ocurrirá. Y está ocurriendo.
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