Hace frío y soledad. En la calle por la que desapareciste tracé un camino con todos tus nombre para no olvidar que no volverías.
Aunque tenga tu rostro dormido en mi frente y tus palabras confundidas con la saliva y el vino, no serás tú más todas las noches y los inviernos de ciudades lejanas.
Me pregunto qué haré cuando te vea. Cuando las hojas pisen tu recuerdo de ciudades lejanas, y con tus ganas de ser invierno para que salgas de la invención. Que la certeza me diga que no llegarás con la barca de pasaje que despierta alguna alquimia de agua y viento que sople el final y la sal de mis ojos.
La noche no termina sus claros. Solamente tu sombra podría iluminar el desastre que hicieron las palabras en el espejo de mis pasos.
L.
L.
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