sábado, 28 de agosto de 2010

Loable

Que vocación tan loable la de las rameras que van y se entregan a un hombre por unos cuantos pesos. Qué envidia. Qué suerte. Uno se enamora, se pierde y sin encontrarse, aparece sin dinero, sin corazón y sin tener a quien pasarle la cuenta.
Laísa Salander

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