Eligió un tatuaje pequeño y sencillo en forma de brazalete y le pidió que se lo hiciera en el tobillo.
Le señaló el sitio con el dedo
--Ahí la piel es muy fina. Duele mucho --advirtió el tatuador.
--No importa --respondió Lisbeth Salander, quitándose los pantalones y tendiéndole la pierna.
--De acuerdo, un brazalete. Ya tienes muchos tatuajes. ¿Estás segura de querer otro?
--Es para no olvidar-- contestó.
Los hombres que no amaban a las mujeres, Sieg LARSSON
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